Varanasi, la ciudad sagrada de los hindúes, emana espiritualidad por todos sus poros. El Ganges, acogiendo las celebraciones mortuorias las 24 horas del día. Las mujeres, realizando y vendiendo ofrendas florales a los devotos, que las depositan en cualquier lugar: su casa, su coche, delante de su negocio o en las orillas del río. Y los sadhus, esos ascetas que han renunciado a todo lo material para alcanzar la felicidad, desde los rezos y la vida contemplativa.
Cuando paseas por Benares, Varanasi en hindi, sorprende ver la tertulia de los sadhus en cualquier rincón próximo al río sagrado. Esta estampa, tan diferente para un viajero, es como pasear por un parque una tarde de primavera y observar a nuestros mayores hablando de sus cosas. Así es lo cotidiano en India.
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